A la mayoría de nosotros nos parece normal tener acceso al agua potable. La usamos para todo, la dejamos correr; siempre estuvo ahí y siempre estará, tan presente y tan imprescindible como el aire que respiramos. Sin embargo, mil quinientos millones de personas en el mundo no pueden gozar hoy de este privilegio. Y según las estimaciones de organismos internacionales tan fiables como la ONU, si las cosas continúan así, en el año 2025 la demanda global de agua potable superará en más de 50% al abastecimiento. Dicho de otra manera: más de un tercio del agua que el mundo necesite para vivir no podrá ser suministrada.